martes, 6 de marzo de 2012

La segunda estrella a la derecha todo recto hasta el amanecer

Sentí el tintineo de una campana y abrí los ojos en la oscuridad. El techo de mi habitación estaba adornado de estrellas que brillaban por las noches. "La segunda estrella a la derecha todo recto hasta el amanecer". Junto a la ventana, había una estrella más grande. Mi escape, la única manera de salir de mi mundo.
Solo tengo 17 años, estudio, tengo amigos: No tengo porqué quejarme de nada. Pero lo hago.
Cuando era pequeña y releía una y otra ves los cuentos de "Peter Pan", me imaginaba que yo era Wendie, que tenia hermanos, que nos íbamos al País de Nunca Jamas.
No crecer o crecer ¿realmente es tan importante?
Hoy día aun sueño con escaparme, saltar desde mi balcón y volar.
Volví a escuchar el tintineo, era nuestra señal.
Sonreí y camine hasta mi ventana, la abrí y contemple la figura masculina que miraba en mi dirección.
Era Peter, mi Peter. Alto, rubio, de ojos vivarachos y amplia sonrisa.
-Vamos Wendie, acompáñame a luchar contra el Capitán Garfio-
-No Pet, es muy temprano, además ¿Cuantas veces te he dicho que no me llames así?
-Es tu nombre, cuando te lo cambies te llamare de otro modo -Sonrió -Wen, baja, o campanilla se hartará de darte polvos de hadas.
Reí, era como un niño.
Bajé por la escalera oculta tras la enredadera que se situaba al lado mi ventana (Peter la había puesto hay hacia ya cuatro años). El sujetó mi cadera y me puso en el suelo.
Le sonreí y se lo agradecí.
-Dentro de poco va a amanecer -Me dijo.
-Eso es totalmente lógico, ¿por eso me has levantado? 
-No, ¿es que ya no te acuerdas de que día es hoy?
Pensé, no era su cumpleaños, ni el mio, no era nuestro aniversario (eso era el 12 de julio, el me lo había hecho memorizar debido a que soy muy despistada), no había  exámenes o ninguna fiesta. Le mire confusa.
-¡Exacto! Hoy es un día como cualquier otro. Pero, tu Wendie, y yo Peter. Nos vamos.
-¿A donde?
Me abrazó y me dio un beso en la mejilla.
-La segunda estrella a la derecha todo recto hasta el amanecer

domingo, 4 de marzo de 2012

¿Sabías que...?

Era media tarde, otoño, y mientras ellos caminaban las hojas crujían bajo la suela de sus zapatos.
Ella era bajita, de pelo rizado y rubio.
Él alto, moreno y de ojos bonachones.
  -Hoy me ha gustado la tarta de tu tía- Le dijo él- No estaba demasiado dulce.
Odiaba las cosas demasiado dulces.
  -Eso es porque solo le puso tres cucharadas de azúcar y una de sal- dijo ella sonriendo.
  -¿Sal? ¿De verdad?- Puso cara de asco y se cruzo de brazos.
Ella rió, a veces Nico podía ser un poco tonto.
  -¿Sabias que la sal produce placer al cerebro? Por eso nos gustan las cosas saladas- Respondió.
  -No, no lo sabia, Clari, pero a que no sabes que el chocolate es como un orgasmo para las mujeres.
El sonrió al ver que ella se sonrojaba.
  -Si, si lo sabía... Creo que lo escuché en algun lado - Bueno, en realidad lo había leido en esas revistas que compraba su madre cada mes. - ¿Sabías que las gominolas estan hechas de petroleo?
Nico levanto una ceja.
  -¿Sabías que Dalton era daltonico?-
  -¿Sabías que tu tamaño depende de tu nariz?
  -¿Sabías que de verdad existen los vampiros?, su enfermedad se llama porfiria
  -¿Sabías que si te comes un hongo, no te pasa nada?
Ambos habían comenzado un juego, frente a frente, con el sol sobre los dos. Sus torsos casi se chocaban.
  -¿Sabías que tienes los ojos mas oscuros, grandes y bonitos que he visto nunca?- Dijo Nico, llevando una mano a su mejilla.
  -¿Sabías..? ¿Qué?- Clari abrió los ojos sorprendida.
  -¿Sabías que comparo tu piel con la nieve cada invierno y que me gusta como te ríes?
A Clari le hubiese gustado contestar, pero esa confesión le había dejado sin palabras.
  -¿Sabías que desde hace mas de dos años deseo besarte?
Ella, logro negar con la cabeza.
  -Porque tu, mi dulce sabelotodo, no lo sabes todo - Sonrió él aun más.
  -¿Sabías que te quiero?
Clari contempló sus ojos azul claro, y comprendió todo, cada cosa que había pasado desde que le conocía.
  -No, no sabía todas esas cosas. Pero supongo que tu tampoco sabías que te quiero y no importa ahora ambos sabemos lo suficiente para pasar a la práctica.
Y ella, ávida de diferentes emociones, lo agarro por la nuca y juntó sus labios. Primero fue un beso, luego otro y otro... y luego otro más.
  -Por cierto - Le dijo ella a él- Se que quieres que sea tu novia, no hace falta que me lo digas.. Y, te aseguro que comer chocolate no tiene comparación a esto.